Policiales

Juzgan a un hombre por matar de un tiro en la cabeza a su pareja

Jorge Walter Escot podría recibir cadena perpetua por el femicidio de Valeria Britez, ocurrido en noviembre de 2016 frente a su hija. En su declaración había confesado el crimen.

El Tribunal Oral en lo Criminal N°2 comenzará hoy a juzgar a Jorge Walter Escot (40), acusado de haber asesinado despiadadamente de un disparo en la cabeza a su pareja, Valeria Britez (35), en noviembre de 2016.

Escot pasó prácticamente los últimos dos años en prisión preventiva, imputado por “homicidio agravado y por haber sido cometido por un hombre contra una mujer, mediando violencia de género en concurso ideal entre sí y agravado por el empleo de arma de fuego”.

Si bien la investigación la realizó la fiscal María Isabel Sánchez, luego de dejar la Fiscalía N°8 por licencia psiquiátrica, al frente del caso en el juicio estará su par, Fernando Berlingeri.

Como abogado querellante, en representación de la familia de Valeria Britez, estará el abogado particular Maximiliano Orsini.

Por su parte, Escot, quien ya confesó en su declaración indagatoria el crimen, contará con un defensor oficial.

Con la materialidad y autoría del femicidio de Britez probada, el juicio a Escot se resumirá en tres audiencias: el lunes y martes declararán testigos y el miércoles será el turno de los alegatos.

Con todas las pruebas en contra de Escot, las partes esperan un veredicto condenatorio, con la posibilidad de la pena de prisión perpetua.

El debate tendrá lugar en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 2, compuesto por los jueces Néstor Conti, Alejandro Simaz y Roberto Falcone.

Celos, violencia y golpes

Valeria Britez y Jorge Walter “Titi” Escot eran pareja, tenían hijos en común y vivían juntos desde hacía más de 12 años en una casa del barrio Belgrano, ubicada en Filiberto 1725.

Habían estado “separados” un tiempo, ya que Escot había pasado una temporada en la cárcel de Batán, luego de haber sido condenado por comercializar droga en el barrio.

Con dos tercios de la condena cumplida, a Escot le otorgaron el arresto domiciliario y volvió a la casa de Britez, de Filiberto 1725.

Allegados a la pareja cuentan que, si bien Escot siempre había sido un hombre violento, de la cárcel de Batán había vuelto diferente, más agresivo, irritable, posesivo y celoso. “La tumba te cambia”, dicen.

En el último tiempo, diariamente los hijos de la pareja veían cómo su padre golpeaba a su madre. Una trompada en el ojo sin motivo, discusiones violentas, agarrarla del pelo hasta tirarla al suelo, sujetarla del cuello, insultarla.

En septiembre, frente al mayor de los hijos de Valeria, “Titi” le pegó una trompada en el ojo a la mujer que la tumbó, y la dejó desparramada en el suelo. Sacó su arma y se la apoyó en la cabeza.

– Pará, pará. ¿Por qué le pegás a mi mamá?

– Porque se hace la linda, se hace la gata.

Ese día, tal vez gracias a que el adolescente de 18 años intervino, Valeria pudo seguir respirando. Pero después no tendría tanta suerte.

Luego de ese episodio, Valeria se fue con sus hijos a lo de su hermana y radicó la denuncia por violencia de género contra Escot, quien tenía que permanecer en su casa para cumplir el arresto domiciliario.

Escot se fue de la casa de Valería y, si bien ella no quería volver porque tenía miedo, regresó a su hogar. Sin embargo, a los tres días el “Tití” reapareció y se instaló en la casa como si nada hubiese pasado nunca.

El siguiente episodio violento se dio frente a la hermana de la víctima. Habían ido todos a comprar zapatillas y Valeria y el Titi comenzaron a discutir porque él le decía que ella quería zapatillas “para conseguir más machos”.

La discusión siguió en su casa y, según testimonios de testigos, Escot le pegó una trompada en la cabeza a Britez, pero después “se calmó”.

“Valeria, además del daño físico, tenía daño psicológico”, declaró en su momento una familiar de la víctima a la fiscal Sánchez.

El final trágico de un ciclo de violencia

“Estaban bien, de afuera se los veía bien, estaban viviendo juntos de nuevo hace una semana y media aproximadamente. Creo que volvió para hacer esto. El volvió para hacer esto. El era muy celoso, era un enfermito”.

El “esto” que un allegado de Valeria declaró ante la justicia ocurrió el 14 de noviembre de 2016.

Ese día, como casi cualquier día, Escot y Britez habían estado discutiendo por un ataque de celos. “Vos puta a de mierda saliste con todo el barrio, te voy a matar”, cuentan que el hombre le dijo a la víctima.

Incluso, según consta en la causa, según un testigo ese mismo día “Escot le dijo a su hija que mataría a su madre y que luego se iría de la ciudad y de ser posible del país para que no lo encontraran más”.

Cerca de las 23, mientras Escot y Britez caminaban junto a su hija de 14 años por Soler al 10800, la pareja volvió a discutir. Entre insultos, el “Titi” tomó de los pelos a Valeria y la inmovilizó. Sacó su pistola y, a quemarropa, le disparó en la cabeza una única bala fatal.

Valeria cayó al suelo y murió en el acto. La sangre brotaba de su cabeza y teñía la calle de rojo. Su hija había visto todo y comenzó a gritar. Mientras, Escot, sin siquiera mirarla a los ojos, se fue por Soler y se perdió en la oscuridad.

– Mataron a mamá

– Quién

– El Titi

Con esas pocas palabras, la testigo del crimen le comunicó por teléfono a su hermano mayor lo que acababa de pasar. El joven, de 18 años, fue hasta el lugar. En los minutos que tardó en llegar la zona estaba poblada de patrulleros y uniformados. Llorando se abrió paso y sin que pudieran evitarlo se tiró junto al cuerpo de su madre y la abrazó.

“Viste, el Titi mató a Valeria”, comentaron a la mañana siguiente los vecinos en las casas del barrio Belgrano. Y nadie se sorprendió por la noticia.

De prófugo a confesar

Walter Escot estuvo prófugo seis días. Durante casi una semana sólo se ocupó de escapar de la policía, de no ser encontrado. Finalmente, el domingo 20 de noviembre a la noche, en un control policial en Submarino Santa Fe entre Narwal y Mosconi fue interceptado por un patrullero al negarse a detener el auto en el que circulaba.

Al ser detenido, Escot vestía un jean beige, campera negra y zapatillas marrones. La ropa era la misma que usó el día que mató a Valeria.

“Llevaba un bolso con prendas de vestir y comida. Creemos que utilizaba el vehículo como una especie de vivienda”, concluyeron los investigadores.

Luego de pasar dos noches en la Unidad Penal 44 de Batán, Escot fue llevado a Tribunales para declarar ante la fiscal María Isabel Sánchez. El hombre no puso excusas y confesó el crimen.

“Quiero pedirle perdón a mis hijos y a la familia de ella, estoy muy arrepentido, por más que quiera volver el tiempo atrás ya no puedo, le pido mucho perdón a mis hijos y a toda la familia, que los amo mucho a ellos…”, fueron algunas de las palabras textuales de Escot ante la fiscal.

“No quedan dudas de la relación de pareja existente entre Escot y Britez, y que esta última, desde tiempo antes de su deceso fue víctima de violencia física y psicológica por parte de Escot. El círculo de violencia se cerró con la muerte de Britez llevada a cabo por Escot”, concluyó la fiscal María Isabel Sánchez al solicitar la elevación de la causa a juicio.

Entrega directa del arma homicida

El 5 de diciembre de 2016, mientras Jorge Walter Escot se encontraba detenido con prisión preventiva, su hermano Silvano tuvo que ir a Tribunales para una audiencia por un pedido de captura que había con su nombre por haber violado su libertad condicional.

Esa mañana, Silvano cruzó las puertas del edificio de Tribunales, pasó por el detector de metales y caminó unos pasos hasta el ascensor. Subió, fue hasta el octavo piso, se anunció y aguardó para ingresar a la Sala I de audiencias, donde había sido citado.

A los pocos minutos, Silvano Escot quedó cara a cara con un juez y, antes de comenzar su audiencia, puso una bolsa de papel madera arriba de la mesa y le dijo al magistrado que en el interior tenía el arma de fuego con la que su hermano había asesinado un mes atrás a Valeria Britez.

Silvano Escot fue inmediatamente detenido. Personal de seguridad de Tribunales constató que dentro de la bolsa había una pistola 9 milímetros que estaba cargada.

Silvano luego le explicaría al fiscal Gastón De Marco que a la pistola se la entregó su padre y que la había llevado a Tribunales ya que casualmente tenía que asistir para su audiencia.

Luego de haber pasado una noche detenido en la Unidad Penal 44 de Batán por “portación ilegal de arma”, el juez de ejecución penal al que le entregó el arma femicida le revocó su libertad condicional, por lo que tuvo que permanecer en la cárcel.

Familias enfrentadas

La familia de Escot y la de Natalia Britez viven a pocos metros entre sí, en el barrio Belgrano.

Fuentes consultadas aseguran que se trata de familias “pesadas” con fuertes lazos con el mundo del hampa y que, tras el asesinato de Valeria se enemistaron definitivamente.

En los días previos al juicio se han registrado amenazas de una familia a otra -principalmente de la familia Escot a la de Britez- y, ante tales circunstancias, el abogado querellante Maximiliano Orsini solicitó que se extremen las medidas de seguridad durante el debate oral y público.

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